(372 palabras) El escritor francés Antoine de Saint-Exupery fue un piloto profesional que escribió la colección de ensayos "El planeta de las personas", pero, en primer lugar, los lectores lo recuerdan por otro trabajo. Muchos se familiarizaron con el cuento de hadas "El Principito" en su infancia, pero el trabajo continúa apareciendo en el discurso de adultos que han tenido personalidades, ya que, además del contenido de cuentos de hadas, el libro tiene un profundo subtexto filosófico.
La historia alegórica fue más allá del cajón del escritorio en 1943, en un momento en que el mundo fue capturado por la guerra más sangrienta y a gran escala de la historia. En ese momento, un cuento de hadas dedicado a la afirmación de valores verdaderos e inquebrantables fue aceptado fácilmente por la gente como un elixir salvador de la amargura de la vida cotidiana militar. Hoy, "El Principito" ha sido traducido a 180 idiomas del mundo, todo esto habla del éxito inequívoco del libro. Pero veamos por qué el juego de un niño juega un papel tan importante en la cultura moderna que incluso el cantante bielorruso Oleg Savchenko, más conocido bajo el seudónimo LSP, toma prestada la imagen del personaje principal y la integra en su trabajo.
Creando "El Principito", Antoine de Saint-Exupery se propuso la tarea de demostrar a los lectores el choque de dos mundos: el adulto y el infantil. Ya en la iniciación, el autor dice: "Después de todo, todos los adultos eran niños al principio, solo unos pocos lo recuerdan". Si nos separamos del trabajo y miramos el mundo que nos rodea, veremos la misma situación: los adultos están inmersos en el ajetreo y los valores materiales están en la parte superior de su lista de valores "obligatorios". Esto no es capaz de comprender a los niños pequeños de corazón puro, cuya conciencia percibe mejor los valores espirituales: amistad, amor y belleza. Entonces, el Principito se encuentra con varios héroes de otros asteroides, como un niño que no entiende los principios de cada personaje encontrado. Un rey, un hombre ambicioso, un borracho, un hombre de negocios: todas estas son máscaras bajo las cuales cualquiera de nosotros puede reconocer a las personas reales que nos rodean, que viven, como si todos en nuestro planeta.
El papel del autor es muy significativo. Disfrazado del protagonista, a quien le encanta ver la puesta de sol, esconde al pequeño Exupery, admirando el cielo estrellado. Además, los dibujos del autor se hicieron populares no menos que los libros y sirven como una especie de pista para los lectores de otro problema urgente: la soledad. Resulta que, con la ayuda de ilustraciones únicas que todos entienden, Exupery en el texto filosófico agrega las claves para resolver esos mismos problemas. Esta es solo una razón más para alabar el talento y la creación del escritor.
Es en la Tierra donde el personaje se siente aún más solo, pero el autor le da al lector la esperanza de la felicidad en forma de una rosa, el amor personificante, y el zorro, un amigo que dice ser "responsable de los que domesticamos".